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Han transcurrido ya tres años desde la última reforma laboral de 2012. Tres años en los que algunos de sus preceptos, e incluso sus principios inspiradores, han sido objeto de interpretación, matización y, en algún caso, podríamos hablar incluso de desnaturalización por parte de nuestros tribunales pese a que nuestro Tribunal Constitucional ha avalado, tanto en la forma como en el fondo, dicha reforma laboral.

También del Tribunal de Justicia de la Unión Europea han emanado recientemente sentencias de indudable relevancia en cuestiones trascendentales para las relaciones laborales, como el salario a abonar durante las vacaciones de los empleados, las cotizaciones de los trabajadores a tiempo parcial o la ultractividad de los convenios en supuestos de sucesión de empresa, mientras que otras cuestiones relevantes como la determinación de los umbrales a efectos de los despidos colectivos están actualmente siendo objeto de análisis por la doctrina comunitaria.

Por último, la anunciada reactivación de nuestra economía y la firma del III Acuerdo Estatal para la Negociación Colectiva exigen dedicar especial atención a las recomendaciones salariales, así como en materia de empleo y relaciones laborales, para los próximos tres años.

Tres años después de la reforma laboral: ¿una reforma fallida?

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